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El estudio del Centro Común de Investigación (JRC) de la Comisión Europea (CE), que prevé una balanza positiva en la economía y en el sector agroalimentario comunitario hasta 2030 gracias a su agenda comercial, ha levantado ampollas entre los agricultores y ganaderos valencianos.
La Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA) acusa a la CE de eludir y esconder los graves problemas que está provocando la firma sistemática de acuerdos comerciales con terceros países, al no contemplar en dicho informe deficiencias como la falta de reciprocidad en materias tan sensibles como el uso de productos fitosanitarios, la competencia desleal, el solapamiento con la producción europea, la entrada continuada de plagas y enfermedades o el impacto ambiental que genera el transporte de mercancías desde miles de kilómetros. De hecho, el propio estudio reconoce que no ha incorporado a la hora de calcular sus estimaciones las repercusiones del Pacto Verde Europeo y la polémica estrategia ‘De la Granja a la Mesa’, así como el impacto del Covid-19.
Según una primera evaluación de urgencia por parte de AVA-ASAJA, a pesar de las previsiones optimistas a nivel general, la agricultura mediterránea sale especialmente perjudicada. La balanza comercial resulta negativa en los sectores del arroz, las aves, el vacuno o el azúcar, mientras que en frutas, hortalizas y aceite no se concreta la pérdida de rentabilidad porque carece de datos uniformes y obvia el riesgo fitosanitario derivado de nuevas plagas y enfermedades. Asimismo, el informe restringe las medidas de protección de los sectores sensibles únicamente a los contingentes arancelarios y aparca otras herramientas más ambiciosas.
El presidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado, asegura que “la opinión de Bruselas no cuadra en absoluto con la dramática realidad que atraviesan los productores europeos: ni con la crisis de rentabilidad, ni con la falta de relevo generacional, ni con el aumento de tierras sin cultivar. Los convenios que la CE suscribe con terceros países no exigen una mínima reciprocidad y la PAC resulta totalmente insuficiente para garantizar una estabilidad y unos precios justos en el campo. Además, la liberalización incontrolada del comercio favorece la introducción de plagas y enfermedades que acaban disparando el desperdicio alimentario a pie de campo de centenares de miles de toneladas de fruta, por ejemplo. Una vez más van a ser los cultivos mediterráneos los que especialmente paguen los platos rotos de esta fiesta. Por todo ello, basta de manipulaciones y de estudios opacos, sesgados e interesados que lo único que pretenden es fomentar aún más el movimiento de mercancías sin tener en cuenta la crisis agraria y la contaminación que engendra”. Informa, Luis Ibáñez.
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