Riba-roja localiza un horno de vidrio de la época visigoda en València la Vella y recupera más de 30 monedas y joyas en la ciudad antigua

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Los trabajos arqueológicos de este año profundizan en la estructura social

Las prospecciones que se han llevado a cabo durante las dos semanas últimas en el yacimiento arqueológico de Valencia la Vella, en Riba-roja de Túria, han permitido definir con mayor concreción los usos y costumbres que había en esta antigua ciudad visigoda del siglo VI adenlairada sobre una extensión de cerca de 50.000 metros cuadrados -cinco hectáreas- y que servía como sistema defensivo en la época ante cualquier invasión.

Los trabajos de este año se han visto reducidos por la normativa sanitaria del Covidien-19 y, por tanto, sólo han podido trabajar una decena de expertos y estudiosos que han podido profundizar en los estudios de una de las ciudades visigodas más importantes en la península que tenía la ciudad de Toledo como centro del estado central visigodo mientras que Valencia la Vella cumplía las funciones de centro urbano militar ante el peligro romano.

Aunque en 2020 no se ha podido celebrar el V Curso Práctico de Arqueología Cristiana y Visigoda como se venía realizando desde el año 2016, en esta ocasión han continuado los trabajos de prospección y catas arqueológicas hasta el punto de que se ha podido localizar un horno para la producción, posiblemente, de vidrio en una de las zonas dedicadas a los oficios y actividades económicas de la época.

El hallazgo del horno de vidrio se ha completado, además, con otros de valía considerable como las 30 monedas visigodas o, incluso, una joya en forma de anillo que, de entrada, podría pertenecer a algunas de las familias o nobles que vivían en uno de los centros defensivos que, poco a poco, permite extraer una mayor conciencia sobre la importancia que Valencia la Vella suponía en el sistema defensivo visigodo.

Los trabajos de las últimas semanas han consistido en una profundización de los sondeos geofísicos y el desbroce de una parte del asentamiento de la antigua ciudad visigoda hasta el punto que permite definir con mayor precisión la existencia de una jerarquización en el estructura urbanística, con una esplanissada que hacía las funciones de almacenamientos de productos de la época, otro barrio de carácter eclesiástico que denotaba el poder que tenían en el conjunto de la ciudad y, finalmente, entre dos y tres barrios que se dedicaban a las actividades económicas, en especial la artesanía predominante.

Las excavaciones han continuado en esta ocasión sobre una buena parte de las zonas de los alrededores de la muralla defensiva que otorgaba conciencia del predominio visigodo a la época con una ciudad estructura con una acrópolis en la zona más alta todo aprovechando los diversos desniveles que su situación geofísica le suponía gracias a la existencia del mismo río y los barrancos de los Pozos y la Cabrassia. La muralla, majestuosa, rodeado todo el asentamiento, con cerca de 400 metros de larga. La jerarquización física del recinto es un reflejo de la estructura social de la época.

Una sala noble de cincuenta metros cuadrados en la misma acrópolis reafirma la impresión que había sobre la importancia de Valencia la Vella en el contexto de una época donde Ribarroja tenía más poder de decisión que el propio cabeza y casal. La vertiente comercial, con la importación de vino y aceite, hace pensar en un lugar privilegiado en el circuito de las ciudades mediterráneas, a partir de los hallazgos de numerosas monedas y cerámicas.

Con los hallazgos se perfilan ya los sectores sobre los que se estructuraba la ciudad antigua visigoda como las áreas artesanales, una plaza «Major» en uno de los espacios más céntricos, el área noble de la cima de la acrópolis de Valencia la Vella y las tres áreas residenciales en las que vivían los habitantes del yacimiento arqueológico cuyos trabajos se reanudaron el año 2016 después de más de 35 años de ausencia.

Las excavaciones, dirigidas bajo la dirección de los profesores y arqueólogos Josep Maria Macias, Albert Ribera y Miquel Rosselló, refuerzan el yacimiento de Valencia la Vella como uno de los exponentes más majestuosos de la civilización visigoda, fundado por el rey Leovigildo a mediados del siglo VI que utilizar para potenciar su poder hasta su fin alrededor del año 700 con la llegada de los musulmanes.

El alcalde de Ribarroja del Turia, Robert Raga, ha agradecido «el esfuerzo y el trabajo que han llevado a cabo los expertos durante las dos semanas en una época muy complicada por la pandemia, todo extremando las medidas sanitarias, y que nos sirven para profundizar más en los estudios sobre nuestro pasado y sobre una de las épocas más esplendorosas como es la visigoda, donde Ribarroja era el centro del poder, por delante incluso de Valencia».

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